"Pocos miraban la cancha con atención, algunos incluso se la pasaban de espalda a ella los noventa minutos. El fútbol, ya entonces, era un hecho accesorio, descartable. Lo mismo podía jugarse o no; lo importante, para ellos, ocurría en el tablón. Y acá se establece un hecho básico: el barrabrava es hincha de la hinchada antes que del club. Supone que el espectáculo está en la grada y que la 'fiesta' la hacen ellos. Si los jugadores aportan con un par de goles, mejor".

El ensayo de Guarello sobre las barras bravas es breve, bastante como para entrar a analizar un tema tan complejo y largo como es el de las barras bravas. Es casi una pincelada o una columna larga donde detalla los orígenes y los vínculos de poder de estos grupos accesorios del fútbol que tomaron un protagonismo injustificado y que llegaron, incluso, a querer capitalizar la atención en el estallido social.

La premisa de Guarello en el libro es plantear que las barras bravas han intentado (o logrado) posicionarse como un grupo de presión paralelo a la sociedad y que podría, si es que quisiéramos darle ese sentido, hasta cubrir necesidades sociales en lugares donde el Estado no llega. Sus ideas pueden ser controvertidas, es sencillo y rápido de leer, pero posee un par de errores medio imperdonables sobre todo si el autor es un periodista deportivo y futbolero. ( )