Tenía ganas de leer a Menéndez Salmón y no me equivoqué. Aún así, iba a obsequiarlo con las 5 estrellitas pero creo que le rebajaré al menos una por dos momentos en la novela que creo que no consigue mesturar con todo el conglomerado que la componen. Uno es el momento kafkiano de esa especie de demiurgo, Control, en el desierto del Neguev y otro el deseo final de O’Hara, el protagonista del libro.
Que basándose en la espantosa historia del avión siniestrado en los Alpes por el copiloto alemán Lubitz, de ahí el título, y paseando a personajes reales como David Cronenberg, Pollock, o William Gibson, y a los ficticios como la cariátide Amanda, el intérprete Zhao, el fotógrafo Placer Maduro, y el ya nombrado Control, por una trama que comienza con un ensayo sobre una intolerancia a la lactosa que millones de chinos (y parece ser que la mayoría de asiáticos) sufren y que acaba siendo un tentativa de control de la población, siga con la búsqueda de un paisaje visto y repetido en 12 fotografías, y remate con una aeronave no tripulada acercándose peligrosamente a un hotel en Shanghai, y todo esto, paradojas de la vida, para hablar del vacío existencial, la culpa, la maldad, gratuita o no, la imbecilidad y en general de la violencia de la vida, me parece de un mérito difícil de alcanzar.
Ahora, de thriller vertiginoso nada. Me gustaría saber quién escribe estos resúmenes en las contracubiertas porque, en general, no dan una. ( )