En este libro el profesor de Filosofia Aurelio Arteta va desarmando una serie de tópicos y lugares comunes que sirven de sustitutos del pensamiento crítico. Con este pretexto, Arteta va exponiendo, tópico a tópico, su defensa de la filosofía, moral y política.

Arteta pisa terreno firme, sobre todo en la primera parte del libro cuando crítica el relativismo en todas sus variantes, o en las críticas al nacionalismo vasco.

Ahora bien, se empantana en otros temas y, aunque va dando muestras desde el principio, para la página 150 ya vemos de que pie cojea: vestida de filosofía moral nos vende la mercancía averiada del estatismo como solución a todos los males, con un tufillo intransigente y en ocasiones totalitario, y como muestra un botón, referente a la asignatura de Educación para la ciudadanía (he tenido que releer varias veces este párrafo porque no daba crédito):
"Y uno [...] enviaría enseguida a estos objetores a cursar la misma asignatura cuyo estudio repudian para sus hijos. Pues no son todavía ciudadanos quienes viven ajenos a la comunidad general [...] este saber de lo tocante a todos no puede transmitirlo con la debida garantía la familia, que es una comunidad particular y volcada en el egoísta interés de sus miembros [...] Esta educación será incumbencia principal del Estado democrático, la única comunidad universal entre la población, esa comunidad cuya razón de ser es procurar el bien de la mayoría según ésta delibere y decida."

Es decir, la educación de todos los niños debe estar en manos de lo que decida la mayoría, como si las mayorías no se pudiesen equivocar. Como si el Estado, como toda institución humana, no fuese falible... ( )