Guillermo Parvex

Las memorias de José Miguel Varela transcurren desde el comienzo de la Guerra del Pacífico a los años inmediatamente posteriores al primer centenario de la república. En ese lapso se ve involucrado en importantes hitos de nuestra historia y otros episodios de relevancia más bien local. El relato es apasionante, tiene la virtud de sumergir al lector en la belleza de la cotidianeidad mezclada con la acción de las batallas y el deslumbramiento de la modernidad que se descubre ante sus ojos. A ratos, se hace inevitable preguntarse cuánto de verdadero tiene este recuento y cuánto corresponde a, como dice el autor, "modificaciones indispensables para la comprensión lectora". Cabe mencionar que también el autor, don Guillermo Parvex, se preguntó "si lo que estaba en estas 400 carillas era realidad, ficción o una mezcla de ambas". Él menciona que comprobó la veracidad de la historia, sin embargo, la mirada tan actual de José Miguel Varela sobre conflictos sociales, su visión sobre el ideal de nación e incluso sobre hechos menores, pero importantes en su recuento, me dejaron una sombra de duda.

Por ejemplo, las descripciones que hace de su vinculación con los animales parecen en momentos tan actuales, que no logro decidirme si considerarlo un relato que fija el origen de la moderna visión del trato ético de los animales en un pasado más que centenario o relata hechos del pasado con una mirada moderna que hace sospechosa su veracidad. Carboncillo, Refrán, Aguijón, Trompo, sus caballos, y Conde, su perro, tuvieron con su amo una relación que en la actualidad no sorprendería, sin embargo, para el siglo XIX me resulta desconcertante.

Como sea, he leído toda la historia con un interés que hacía tiempo no sentía por un relato de narrativa histórica. Ha sido un grato descubrimiento, pero también debo reconocer que en momentos deja un mal sabor de boca al ver en estas páginas reflejadas la ingratitud y el desprecio de los gobiernos de Chile por aquellos que fueron a la guerra, a menudo por obligación, y no recibieron recompensa alguna que aliviara sus vidas en el regreso; o cómo más de un siglo después todavía se sufren las secuelas del robo de tierra a los mapuche.

Posteriormente leí en la versión electrónica un capítulo extra que confirma en buena medida la excepcional calidad humana del Sr. Varela como filántropo y gestor de diversas obras en bien de la población por lo que mi tendencia primera a desconfiar de la plena autenticidad de sus virtudes se ha diluído bastante.

Recomendable de todas maneras.… (altro)