«La gigantesca luna estaba en un punto muy bajo, se acercaba a las copas de los árboles haciendo que las sombras verdes se posaran sobre el agua. La calma aquella era desacostumbrada. Tan solo se escuchaba el cric constante de las cigarras hembras. Y un pez saltó ondulando las aguas. ¿Cuándo se haría de día? Había visto muchas veces ese lugar a la luz del día, pero siempre de lejos, desde el río y sentada en la cubierta de su pequeña embarcación de vapor, y pensaba que esa pequeña bahía, rodeada por los troncos de los sauces que surgían del agua, era el lugar más hermoso del mundo. “No hay ningún otro lugar en el mundo como Brasil” solía decir el señor Oliveira. “Y en ningún otro lugar se encuentra uno con la dureza de la vida tan a menudo y tan de repente.” ¡Oh, eso era tan cierto. Tan cierto...!»… (altro)
Questo sito utilizza i cookies per fornire i nostri servizi, per migliorare le prestazioni, per analisi, e (per gli utenti che accedono senza fare login) per la pubblicità. Usando LibraryThing confermi di aver letto e capito le nostre condizioni di servizio e la politica sulla privacy. Il tuo uso del sito e dei servizi è soggetto a tali politiche e condizioni.
Había visto muchas veces ese lugar a la luz del día, pero siempre de lejos, desde el río y sentada en la cubierta de su pequeña embarcación de vapor, y pensaba que esa pequeña bahía, rodeada por los troncos de los sauces que surgían del agua, era el lugar más hermoso del mundo. “No hay ningún otro lugar en el mundo como Brasil” solía decir el señor Oliveira. “Y en ningún otro lugar se encuentra uno con la dureza de la vida tan a menudo y tan de repente.”
¡Oh, eso era tan cierto. Tan cierto...!»… (altro)