Las tres piezas que encontramos en Crónicas del desamor tienen como protagonista a una mujer, y las tres indagan en el dolor femenino conmano firme, sin concesiones al sentimentalismo. El amor molesto, la primera de las piezas, narra la relación de Delia con su madre Amelia. Mi madre se ahogó la noche del 23 de mayo, el día de mi cumpleaños..., escribe la narradora en la primera página, y de ahí en adelante todo será descubrir quién era realmente Amelia. La segunda pieza, titulada Los días del abandono, cuenta la historia de una mujer joven, madre de dos hijos, que de repente es abandonada por su hombre y tiene que enfrentarse a un nuevo modo de vivir. Sola en Turín, la mujer cae en una espiral de dolor que la paraliza, y Ferrante consigue que sintamos esa angustia de una manera casi corpórea: sus gestos, sus palabras, todo su cuerpo es la pura expresión de un mal oscuro que va más allá de la traición, como si la tragedia griega se hubiera encarnado en el ánimo de una mujer de hoy. Luego, poco a poco, el resurgir, ese nuevo pacto con la vida que ya se hace desde otras premisas, esa madurez tan celebrada que sella con garbo nuestros errores. Cierra la trilogía ±La hija oscura¿, donde encontramos a Leda, una mujer que se cree sola y libre en un pueblecito de playa, pero el encuentro con una familia muy peculiar la obligará a revisar las relaciones que ha mantenido con sus hijas y descubrir cuales son los lazos que las unen. Una y otra vez, una trama en apariencia banal se convierte en un arma en manos de Ferrante. Su modo de contar hace daño y alivia a la vez, y eso quizá porque ahí estamos todos, aunque duela reconocerlo. The three pieces that we find in Crónicas del desamor have a woman as the protagonist, and all three explore female pain with a firm hand, without concessions to sentimentality. The annoying love, the first of the pieces, tells the story of Delia's relationship with her mother Amelia. My mother drowned on the night of May 23, the day of my birthday..., writes the narrator on the first page, and from then on everything will be discovering who Amelia really was. The second piece, entitled The days of abandonment, tells the story of a young woman, mother of two children, who is suddenly abandoned by her man and has to face a new way of life. Alone in Turin, the woman falls into a spiral of pain that paralyzes her, and Ferrante manages to make us feel that anguish in an almost corporeal way: her gestures, her words, her whole body is the pure expression of a dark evil that goes beyond of betrayal, as if the Greek tragedy had been embodied in the spirit of a woman today. Then, little by little, the resurgence, that new pact with life that is already being made from other premises, that maturity so celebrated that gracefully seals our mistakes. It closes the trilogy "The dark daughter", where we find Leda, a woman who believes she is alone and free in a small beach town, but the encounter with a very peculiar family will force her to review the relationships she has had with her daughters and discover What are the ties that unite them? Time and time again, a seemingly banal plot becomes a weapon in Ferrante's hands. Her way of telling hurts and relieves at the same time, and that perhaps because we are all there, although it hurts her to admit it.