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Sto caricando le informazioni... Tratado de la unidaddi Ibn-al-ʿArabī
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Iscriviti per consentire a LibraryThing di scoprire se ti piacerà questo libro. Attualmente non vi sono conversazioni su questo libro. Basándose en el famoso hadith del Profeta: "Quien se conoce a sí mismo, conoce a su Señor", el sublime sufi andaluz Ibn Arabi -que tanto influiría luego en los místicos cristianos como San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús y Fray Luis de León- construye un impecable edificio dialéctico sólo comparable a las grandes obras de filosofía advaita. - Based on the famous hadith of the Prophet: "Who knows himself, he knows his Lord", the sublime Andalusian Sufi Ibn Arabi -which would then influence the Christian mystics like Saint John of the Cross, Saint Teresa of Jesus and Fray Luis de León - builds an impeccable dialectical building comparable only to the great works of advaita philosophy. > Ce livre m'a interpellé par son approche originale de "ce que Dieu n'est pas" qui offre au lecteur une sorte de purification de sa perception de l'Infini. Méthode incomparable d'efficacité par rapport à une démarche qui poserait des postulats de "ce que Dieu devrait être". J'y ai trouvé aussi, avec étonnement, un certain parallèle avec des écrits comme ceux de Denys l'Aréopagite. A lire, méditer, puis relire, re-méditer. Un bien belle nourriture spirituelle. —Babelio TRATADO DE LA UNIDAD “El Tratado de la Unidad” (Risalatul-Ahadiyah) es un testimonio particularmente significativo del pensamiento sufí. Su autor, Muhiyuddin Ibn El-Arabi, llamado entre los árabes “el más grande de los maestros espirituales”, nació en Murcia en el año 1164 (murió en Damasco en 1240), cuando hacía más de cuatrocientos años que gran parte de España era un país árabe. Entre sus sobrenombres figura el de “El Andaluz” y también el de “El vivificador de la Religión”, significado de su nombre de pila, Muhiyuddin, y no cabe duda de que ha sido uno de los españoles más insignes y que ha ejercido una influencia metafísico-religiosa más profunda en los ambientes islámicos y cristianos. Entre los árabes se dice que no ha habido poesía amorosa superior a la suya y ningún otro sufí ha impresionado tanto a los teólogos islámicos ortodoxos, merced al significado profundo de su obra. Según se dice, la entrada de El-Arabi en el sufismo se debió a su padre, que estaba en contacto con Abdul-Quadir Jilani, el llamado Sultán de los Amigos (1077-1166). El padre de El-Arabi le procuró la mejor educación posible y así, siendo adolescente, fue a Lisboa donde estudió leyes y teología islámica y luego se trasladó a Sevilla, donde aprendió el Corán y las tradiciones con los mejores maestros de su época. En Córdoba asistió a las clases del gran jeque El-Sharrat y se distinguió en jurisprudencia. Durante todo este período dio muestras de una capacidad intelectual muy superior a la de sus compañeros y sus horas libres las pasaba casi exclusivamente con los sufíes. Pronto comenzó a escribir poesía y durante los treinta años que vivió después en Sevilla, una vez terminados sus estudios, cultivó la poesía y la elocuencia, llegando a ser considerado como la primera figura de aquel elevado centro cultural. En ciertos aspectos El-Arabi se asemeja a El-Ghazali (1058-1111). Como él procedía de una familia sufí y como él consiguió influir en el pensamiento occidental. Pero mientras Ghazali había dominado primero el escolasticismo islámico, para volverse más tarde al sufismo, El-Arabi estuvo siempre en contacto con la escondida corriente sufí. Ghazali concilió el islamismo con el sufismo, haciendo comprender a muchos que esto último no era una herejía, sino un significado recóndito de la religión. Mas la misión de El-Arabi fue crear una verdadera literatura sufí y darla a conocer para que los que quisieran pudieran entrar en el espíritu del sufismo. La obra más divulgada del El-Arabi es su colección de Odas, poesía místico-amorosa, titulada “El intérprete de los deseos”, en la que muestra tan fértil imaginación que los sufíes la consideran como el producto de la más adelantada evolución de la conciencia humana. Pero lo curioso es que aquellas poesías encierran varios significados distintos. En realidad, El-Arabi parece tomar la medida de “El Cantar de los Cantares” de la tradición hebrea y bajo la forma de una poema amoroso describe simbólicamente las bodas espirituales. En ocasión de un viaje a Aleppo (Siria), donde fue acusado de ser un poeta erótico, el propio autor se encargó de revelar el múltiple sentido de la obra en un comentario a los poemas en el que describe el significado religioso de sus símbolos. Se advierte en ello cómo San Juan de la Cruz, Santa Teresa y Fray Luis de León, entre otros, no están muy lejos de ser fieles seguidores del maestro El-Arabi TRATADO DE LA UNIDAD “El Tratado de la Unidad” (Risalatul-Ahadiyah) es un testimonio particularmente significativo del pensamiento sufí. Su autor, Muhiyuddin Ibn El-Arabi, llamado entre los árabes “el más grande de los maestros espirituales”, nació en Murcia en el año 1164 (murió en Damasco en 1240), cuando hacía más de cuatrocientos años que gran parte de España era un país árabe. Entre sus sobrenombres figura el de “El Andaluz” y también el de “El vivificador de la Religión”, significado de su nombre de pila, Muhiyuddin, y no cabe duda de que ha sido uno de los españoles más insignes y que ha ejercido una influencia metafísico-religiosa más profunda en los ambientes islámicos y cristianos. Entre los árabes se dice que no ha habido poesía amorosa superior a la suya y ningún otro sufí ha impresionado tanto a los teólogos islámicos ortodoxos, merced al significado profundo de su obra. Según se dice, la entrada de El-Arabi en el sufismo se debió a su padre, que estaba en contacto con Abdul-Quadir Jilani, el llamado Sultán de los Amigos (1077-1166). El padre de El-Arabi le procuró la mejor educación posible y así, siendo adolescente, fue a Lisboa donde estudió leyes y teología islámica y luego se trasladó a Sevilla, donde aprendió el Corán y las tradiciones con los mejores maestros de su época. En Córdoba asistió a las clases del gran jeque El-Sharrat y se distinguió en jurisprudencia. Durante todo este período dio muestras de una capacidad intelectual muy superior a la de sus compañeros y sus horas libres las pasaba casi exclusivamente con los sufíes. Pronto comenzó a escribir poesía y durante los treinta años que vivió después en Sevilla, una vez terminados sus estudios, cultivó la poesía y la elocuencia, llegando a ser considerado como la primera figura de aquel elevado centro cultural. En ciertos aspectos El-Arabi se asemeja a El-Ghazali (1058-1111). Como él procedía de una familia sufí y como él consiguió influir en el pensamiento occidental. Pero mientras Ghazali había dominado primero el escolasticismo islámico, para volverse más tarde al sufismo, El-Arabi estuvo siempre en contacto con la escondida corriente sufí. Ghazali concilió el islamismo con el sufismo, haciendo comprender a muchos que esto último no era una herejía, sino un significado recóndito de la religión. Mas la misión de El-Arabi fue crear una verdadera literatura sufí y darla a conocer para que los que quisieran pudieran entrar en el espíritu del sufismo. La obra más divulgada del El-Arabi es su colección de Odas, poesía místico-amorosa, titulada “El intérprete de los deseos”, en la que muestra tan fértil imaginación que los sufíes la consideran como el producto de la más adelantada evolución de la conciencia humana. Pero lo curioso es que aquellas poesías encierran varios significados distintos. En realidad, El-Arabi parece tomar la medida de “El Cantar de los Cantares” de la tradición hebrea y bajo la forma de una poema amoroso describe simbólicamente las bodas espirituales. En ocasión de un viaje a Aleppo (Siria), donde fue acusado de ser un poeta erótico, el propio autor se encargó de revelar el múltiple sentido de la obra en un comentario a los poemas en el que describe el significado religioso de sus símbolos. Se advierte en ello cómo San Juan de la Cruz, Santa Teresa y Fray Luis de León, entre otros, no están muy lejos de ser fieles seguidores del maestro El-Arabi nessuna recensione | aggiungi una recensione
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Throughout his extensive work, Ibn Arabi declares himself a disciple of Algazel, so we find in him a closed system as far as theology, psychology and cosmology are concerned, everything being interrelated with his mystical intuitions. Although not so explicitly manifested, Abenmasarra is also a direct influence for Arabi. From this takes Neoplatonism in its most positive sense, the ideas of Plotinus and the Alexandrians. Obviously, its main source is the Koran, but the intelligence of this man was able to give him a really ingenious vision to dispel any possible doubt of heterodoxy.