Questo sito utilizza i cookies per fornire i nostri servizi, per migliorare le prestazioni, per analisi, e (per gli utenti che accedono senza fare login) per la pubblicità. Usando LibraryThing confermi di aver letto e capito le nostre condizioni di servizio e la politica sulla privacy. Il tuo uso del sito e dei servizi è soggetto a tali politiche e condizioni.
Risultati da Google Ricerca Libri
Fai clic su di un'immagine per andare a Google Ricerca Libri.
Iscriviti per consentire a LibraryThing di scoprire se ti piacerà questo libro.
▾Conversazioni (Su link)
Attualmente non vi sono conversazioni su questo libro.
▾Recensioni di utenti
Partí a explorar el reino de mi padre, pero día tras día voy alejándome de la ciudad y las noticias que me llegan se hacen cada vez más escasas.
Comencé el viaje frisando la treintena y han pasado más de ocho años, exactamente ocho años, seis meses y quince días de ininterrumpido camino. Creí, al partir, que en pocas semanas llegaría fácilmente a los confines del reino, pero he seguido encontrado siempre nuevas gentes y pueblos; y por doquier los hombres hablaban mi misma lengua y decían ser súbditos míos.
Alguna vez pienso que la brújula de mi geógrafo ha enloquecido y que, creyendo avanzar siempre hacia el meridión, en realidad quizá estemos dando vueltas sobre nosotros mismos, sin aumentar nunca la distancia que nos separa de la capital; esto podría explicar el motivo por el cual aún no hemos llegado a la última frontera.
Pero más a menudo me atormenta la duda de que ese confín no existe, de que el reino se extienda sin límite alguno y de que, por mucho que avance, jamás podré llegar al final.
Dino Buzzati. "Los siete mensajeros" En "Relatos italianos del siglo XX". Pág. 164.
Comencé el viaje frisando la treintena y han pasado más de ocho años, exactamente ocho años, seis meses y quince días de ininterrumpido camino. Creí, al partir, que en pocas semanas llegaría fácilmente a los confines del reino, pero he seguido encontrado siempre nuevas gentes y pueblos; y por doquier los hombres hablaban mi misma lengua y decían ser súbditos míos.
Alguna vez pienso que la brújula de mi geógrafo ha enloquecido y que, creyendo avanzar siempre hacia el meridión, en realidad quizá estemos dando vueltas sobre nosotros mismos, sin aumentar nunca la distancia que nos separa de la capital; esto podría explicar el motivo por el cual aún no hemos llegado a la última frontera.
Pero más a menudo me atormenta la duda de que ese confín no existe, de que el reino se extienda sin límite alguno y de que, por mucho que avance, jamás podré llegar al final.
Dino Buzzati. "Los siete mensajeros" En "Relatos italianos del siglo XX". Pág. 164.