Una reivindicación radical de la igualdad de oportunidades con propuestas
concretas para hacer de la sociedad un lugar mejor.

La desigualdad ha secuestrado la democracia y, mientras la libertad se ha convertido en el valor a reivindicar por excelencia, la igualdad material sigue ausente de los programas de los partidos, a excepción de la llamada «igualdad de oportunidades», que no deja de ser una forma de elitismo que beneficia a los que más tienen. Pero hay razones éticas, económicas, sociales y medioambientales para aspirar a una sociedad más equilibrada. Una que no dé a todo el mundo lo mismo, sino a cada uno lo que necesita.

César Rendueles propone en este libro un programa igualitarista contemporáneo con propuestas concretas, a la vez que explora la evolución de la igualdad en distintos contextos sociales, desde la igualdad de género hasta en el ámbito de la cultura, el trabajo, las relaciones familiares o la educación.

«Empecé a pensar en este ensayo en mayo de 2011, durante las movilizaciones del 15M, y terminé de escribirlo casi diez años después, en abril de 2020, durante el confinamiento como consecuencia de la pandemia del COVID-19», resume el autor. Sus conocimientos en sociología e historia y su capacidad para ilustrarlos con referencias populares, del cine a la literatura o las series de televisión, convierten estas páginas en una lectura apasionante para todos los públicos sobre una de las grandes asignaturas pendientes del siglo XXI. ( )

Filosofía y, sobre todo, Sociología, Historia y algunas anécdotas alternan en este ensayo de César Rendueles que intenta, y consigue, explicar nuestra actual era geológica, la llamada por algunos científicos, antropoceno, por la ya clara incidencia de la actividad humana sobre los ecosistemas. Lo que lleva al autor a terminar el texto con una elección final entre capitalismo y vida antes de que lleguemos al suicidio colectivo por la normalidad capitalista.
El libro comienza con las dos alternativas más conocidas del igualitarismo, que serían la igualdad de oportunidades o la indignación moral que nos producen la desigualdad y la pobreza. Y, a pesar del cinismo de la segunda, dice Rendueles que la primera sólo pasa por ser una “perversión meritocrática del igualitarismo”.

Pese a las reformas económicas que tras la II Guerra Mundial emprendieron muchos países para alcanzar una cierta igualdad a través de la fundación de estados de bienestar, éstas con constituyeron un cambio real por parte de las élites, vista la situación en la que nos encontramos. Pero tampoco una conquista permanente por parte de las clases populares.
Un programa de igualdad pasable pasaría por eliminar las barreras iniciales que encubren los mecanismos de gratificación por los esfuerzos individuales. Pero lo que conseguimos, o lo que nos han conseguido vender es una meritocracia asimilada que nos engaña con la posibilidad de ascender a todos aquellos que tengan aptitudes para ello. Pero esta ilusión, ni mina la situación de los poderosos ni ayuda a las clases populares que por mucho mérito que desplieguen se acaban encontrando con otras miles de barreras que evitan la movilidad social.
Por tanto la igualdad efectiva solo puede surgir de tres bases, la política, la ciudadanía y la democracia cultiva constantemente. Es decir, que el igualitarismo es el fruto de una “elaboración social sofisticada”.
Rendueles nos ofrece una serie de nociones como son el “bien posicional”, los principios de Rawls, y nos recuerda la importancia de otras como la renta incondicional o el empleo nacional de calidad, o la falta de miras de apostarlo todo a las medidas conciliadoras sin abandonar clásicos como el valor de la familia, sin la que, afirma, no podremos alcanzar la propuesta igualitarista.
También encontraremos un pequeño repaso a la Educación pública y concertada, el profesorado, la denominada “innovación educativa” (“una serie de técnicas espectaculares y sobre diseñadas … y con un poderoso parecido de familia con la jerga de la autoayuda”), la libertad, el gasto social, la desregulación de la economía, el trabajo reproductivo, el darwinismo social, el llamado “efecto Guggenheim” a través del cual proliferaron las inversiones públicas en edificios pomposos a rebufo de las políticas culturales “avanzadas”, etc.
En relación a la actualidad “pandémica” que vivimos, acaba el libro con los ecologistas, condenados a no ser escuchados, como la sacerdotisa Casandra, a los que reprueba también, y se incluye en la crítica, por no ser capaz de transmitir bien su mensaje pese a que entiende en su invalidez.
El resumen final que nos ofrece su mensaje, y creo que el más importante, es que la igualdad no es el final del camino sino el camino mismo. Un ensayo profundo, pero accesible y ameno.

( )

La desigualdad ha secuestrado la democracia y, mientras la libertad se ha convertido en el valor a reivindicar por excelencia, la igualdad material sigue ausente de los programas de los partidos, a excepción de la llamada «igualdad de oportunidades», que no deja de ser una forma de elitismo que beneficia a los que más tienen. Pero hay razones éticas, económicas, sociales y medioambientales para aspirar a una sociedad más equilibrada. Una que no dé a todo el mundo lo mismo, sino a cada uno lo que necesita.

César Rendueles propone en este libro un programa igualitarista contemporáneo con propuestas concretas, a la vez que explora la evolución de la igualdad en distintos contextos sociales, desde la igualdad de género hasta en el ámbito de la cultura, el trabajo, las relaciones familiares o la educación.