El Castillo de Windsor, “el castillo más romántico que existe en el mundo”, según el cronista del siglo XVII Samuel Pepys, es una de las residencias reales más antiguas de las que siguen en uso hoy en día. Durante más de 900 años, desde su destacado emplazamiento en la cima de una colina que se eleva sobre el valle del Támesis, se ha erigido en poderoso símbolo de la monarquía. El Castillo de Windsor, que construyó Guillermo el Conquistador en los lindes del antiguo coto de caza real (actual Gran Parque de Windsor) después de la conquista normada de 1066, ha recibido sucesivas ampliaciones, adaptaciones y reconstrucciones por parte de los diferentes monarcas, desde Enrique II a la reina Isabel II. Esta herencia se puede apreciar por todo el castillo, desde la Capilla de San Jorge medieval hasta las casas tudor del Recinto Inferi∨ desde la remodelación barroca que Carlos II introdujo en los aposentos oficiales hasta los exquisitos interiores góticos de las salas semioficiales, obra de Jorge IV. El incendio de 1992 aportó un nuevo legado, incluido el flamante y soberbio interior del histórico Salón de San Jorge y, más recientemente, el añadido del Jardín del Jubileo, que conmemora el Jubileo de Oro de Su Majestad La Reina. La Reina y demás miembros de la Familia Real pasan la mayor parte de sus fines se semana privados en el Castillo de Windsor, que sigue siendo el escenario de ceremonias solemnes durante las vistas oficiales de los jefes de estado extranjeros. El castillo alberga, además, algunos de los cuadros y obras de arte más importante de la Colección Real, expuestos en sus espléndidas estancias.